Eso me lleva a reflexionar sobre los ciclos de la vida. Para la gran mayoría de la población del mal llamado “primer mundo” parece una realidad incuestionable que nos dirigimos a un futuro de bienestar. Consideramos apocalípticos a aquellos que creen posible una vuelta al pasado: una nueva guerra mundial, una situación de escasez que los menores de 50 años no hemos conocido o la pérdida de los derechos universales que tanto costó conseguir.
Aún cuando ahora tememos por la estabilidad del sistema capitalista, no alcanzamos a imaginar una vida en la que comprar un utilitario sea un hito difícil para alguien de clase social media.
Sin embargo, el aprendizaje y respeto por la ética y la moral siguen siendo nuestra asignatura pendiente.
Y yo me pregunto, ¿mantener e incluso mejorar un sistema capitalista va a contribuir a que seamos más felices? O, por el contrario, ¿se hace cada vez más necesario que reflexionemos sobre la existencia humana desde un punto de vista más científico y humanista? Pienso que de esa forma podríamos conseguir una vida con progresión lineal y no circular. Porque sólo desde el conocimiento se puede alcanzar la libertad, pieza fundamental del progreso.
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